Pareciera que fue
ayer cuando pasaba la vida preocupado por aprobar materias en busca de un
título universitario. En aquellas épocas los alumnos de ingeniería nos las
arreglábamos para realizar los exámenes en equipo (cuando obviamente eran
individuales) y facilitar un poco el camino a la aprobación. Recuerdo que los
más aplicados no compartían sus respuestas a los más relajados (por no decir
burros), posiblemente sentían coraje por haber pasado más horas estudiando y preparando
la prueba mientras los demás pasaban despreocupados con esperanzas de encontrar
a alguien que les diera una ayudadita en el examen.
Hoy en día
encuentro muchas similitudes entre el running y la universidad, los corredores
pasamos meses preparando una prueba y no esperamos un milagro el día de la
competencia, nos disciplinamos y sacrificamos con la mente puesta en ésa
carrera. En la universidad si no estudiabas y no te preparabas lo más probable
era que reprobaras, posiblemente si encontrabas un buen lugar junto a la
persona correcta tus posibilidades de éxito aumentaban, pero a final de cuentas
ése éxito o aprobación sería un engaño.
Cuando preparas una
competencia y sigues al pie de la letra un plan de entrenamiento tus
posibilidades de éxito son muy altas, a menos que factores externos como
lesiones, malestares o factores de clima afectaran tu rendimiento, pero es poco
probable que suceda. Pero ¿Qué pasa cuando un corredor no llega bien preparado
a una competencia? Sus probabilidades de éxito son casi nulas, o el sufrimiento
para alcanzarlo será muy alto a diferencia del atleta preparado, sólo aquellos
de mente fuerte podrán sobreponerse a un esfuerzo sobrehumano para completar una
prueba de atletismo cuando no se va con una sólida preparación, al menos eso
creemos o nos hacen creer.
En el running a diferencia de la universidad, es muy sencillo engañar a todos, tan fácil como desviarse unos metros de la ruta para recortar el camino, tan fácil como no arrancar con el grupo y esperarlos varios kilómetros adelante, tan fácil como tomarse un taxi y bajar cerca de la meta, tan fácil como quedarse sentado en un circuito y desaparecer por varias vueltas, tan fácil como ingerir sustancias prohibidas, tan fácil y tan simple como no hacer las cosas y presumir que las hiciste. He visto y escuchado muchos casos como los que comento, hoy siento el mismo coraje que sentían mis compañeros de universidad que se mataban estudiando pero también me rio de su necesidad de presumir logros falsos, de la baja autoestima para inventar éxitos y de no tener los pantalones para decir “¡No pude!”. Admiro mucho a las personas que no logran completar un objetivo y vuelven al año siguiente en busca de conquistarlo, admiro también a los que dan todo su esfuerzo y son los últimos en cruzar la línea de meta sin importar el tiempo, los que se medio-matan por alcanzar sus objetivos y no aquellos que nos intentan engañar presumiendo sus logros, a final de cuentas se engañan ellos mismos y tarde o temprano quedarán exhibidos ante sus mentiras.
Bien decían en la
universidad que “Es una carrera, no carreritas” y el objetivo es lograr terminar,
siempre y cuando te esfuerces por hacerlo lo mejor posible.
En la universidad se
les facilita el estudio a los más inteligentes, en el running se les facilita corren
a unos cuantos que por naturaleza lo tienen en su ADN, cada persona es diferente
en lo físico y genético, y todos los que se entrenen fuerte lograrán cumplir
sus metas sin importar sus características, a fin de cuenta los que se
esfuercen estaremos graduados y seremos llamados Ingeniero, Licenciado… o
Maratonista.
Ahora entenderán por
qué a los corredores nos dio tanto coraje ver en el 2007 a Roberto Madrazo
finalizar el maratón de Berlín en 2:40:00h, recortando 15km la ruta de 42km y
llegar a meta festejando como un logro que a final de cuentas fue un engaño.
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